dilluns, 9 de gener del 2012

Juegos al anochecer

    Molok les había conducido por una serie de callejones estrechos serpenteando por las calles de aquel barrio periférico. Hacía mucho tiempo que la zona periférica de la ciudad se encontraba deshabitada a excepción de alguna que otra criatura indeseable que vivía en las cloacas de la zona. Se habían detenido frente a la puerta de un recinto industrial dedicado en otro tiempo al procesamiento de los minerales extraídos de las minas.

    - ¿Adrien, quieres bajar eso? ¡Podrías hacerle daño a alguien!

    - ¡Ah! ¿Y ese no es el motivo por el que estoy aquí?

    - No amigo mío... métete en esa cabeza cuadrada de oficial que tienes que ya no estamos en tu maldita oficina del Comisariado! Esto es Marguehast amigo, y por si no te habías dado cuenta, la ley aquí se la pasan un poco por el arco de triunfo...   

    - Razón de más para conservar el arma entonces.

    - En este momento querido amigo no se puede decir que estés en las condiciones mas propicias para decir eso.

    - ¿Pero que cojo...?

    - No lo pillas ¿no? - lo interrumpió Jack – Aquí. Nuestro querido amigo el señor Molok nos ha traído hasta aquí. Un lugar apartado... ¿Porque se lo hemos pedido? ¡no! Este lugar lo ha escogido él para su comodidad, él es quien juega en casa, métetelo en la mollera. Las dos únicas razones por las que no tienes ahora mismo un agujero entre las cejas es porque yo estoy al mando y porque al señor Molok le pica la curiosidad. ¿O me equivoco Molok?

    Molok empezó a aplaudir divertido.

    - ¡Menos mal! Empezaba a preocuparme Jack... - dijo con una sonrisa lupina en los labios mientras lentamente empezaba a rodearlos – creía que te estabas oxidando. Y ahora que las cartas están sobre la mesa... ¿Podemos entrar? Estoy harto de aguantar esta lluvia.


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    Era otra noche en Bastión Helgan, Drag observaba la oscuridad apoyado en un hueco de disparo situado en lo alto del Bastión mientras le iba pegando, con desgana, caladas a una barrita de lho.

    - Conozco esa expresión

    - Ah! Eres tú Matt, no te había oído llegar.

    - Se supone que me entrenaron para ello – dijo esbozando una sonrisa – ¿Que clase de ejemplo sería para nuestros hombres si el sargento de la unidad de exploradores fuese anunciando su llegada a bombo y platillo?

    - Supongo que tienes razón – respondió Drag encogiéndose de hombros y volviéndose a sumergir en sus pensamientos.

    - Los chicos están montando una partida de regicida allí abajo y les falta un jugador, ¿te apuntas?

    - No me apetece esta noche Matt.

    - Vamos Drag, ¿Cuánto hace ya de eso? ¿Cinco años?

    - Y medio – puntualizó

    - Comprendo tu dolor amigo, pero sabes tan bien como yo que estar aquí como un pasmarote no te la devolverá.